No es posible concebir la transformación digital de las Administraciones, la orientación a la ciudadanía, el despliegue de servicios proactivos y personalizados, la mayor orientación a la competitividad del tejido empresarial, además de la inclusión laboral y social de las personas sin invertir en el talento público. Las Administraciones Públicas deben asegurarse que las jubilaciones en los próximos años con unas bajas tasas de reposición no se traduzcan en una descapitalización y pérdida de conocimiento.
Las personas al servicio de las Administraciones Públicas deben implicarse y ser los protagonistas de los propios cambios. Esto supone tanto la capacitación digital como el fomento de nuevas formas de gestión, incluida la compra pública innovadora, la gestión por hitos y objetivos, la medición de resultados, la colaboración público-privada, etc.
Se precisan perfiles profesionales más dinámicos y próximos para responder de forma eficiente a las necesidades propias de la Administración y de la ciudadanía a la que sirven. Asimismo, en general se persiguen mejoras internas para la productividad y eficiencia en forma de, por ejemplo, modelos colaborativos basados en la conexión, creación y compartición de valor entre la Administración y la ciudadanía.
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