Comenzamos este artículo con una famosa frase de Alexander Graham Bell que es más que aplicable a lo que desde Europa estamos viviendo estos meses al respecto de las posibles sanciones arancelarias que pueden llegar desde la administración Trump, al otro lado del Atlántico: "Cuando una puerta se cierra, otra se abre; pero muchas veces miramos por tanto tiempo y con tanto pesar a la puerta cerrada, que no vemos la puerta que se nos ha abierto".
Hace apenas unos días, el miércoles 26 de febrero, el presidente Trump volvió a insistir en que impondrían aranceles a las exportaciones de la Unión Europea a EEUU: "Hemos tomado una decisión y la anunciaremos muy pronto. Serán del 25%".
Esta esperada, pero no por ello menos sorprendente, declaración ha generado preocupación en el ámbito empresarial europeo. Estas medidas que incluyen, como acabamos de comentar, la imposición de un arancel del 25% a las importaciones provenientes de la Unión Europea (UE), buscan en teoría reducir el déficit comercial estadounidense y proteger la industria nacional.
Es evidente que, para nosotros, es decir para las empresas españolas, y muy especialmente para aquellas que ya enfrentan problemas de liquidez y una elevada carga de deuda desde la pandemia, acuciadas por los problemas en el sector energético traídos en gran medida por los conflictos bélicos, estas políticas podrían representar, digámoslo con un eufemismo, un desafío significativo. Esto en esencia porque, como se ha señalado en repetidas ocasiones, las medidas paliativas para aquellos problemas vinieron en forma de deuda a devolver vía mejora de ebitda y, desgraciadamente, eso no ha ocurrido, por lo que se ha optado por una política de "patada a seguir" que postpone el problema, pero no lo soluciona. Los daños en solvencia y liquidez que las medidas de Trump ocasionen prometen acuciar la situación no resuelta, podría decirse que de aquellos polvos viene estos lodos.
Dicho esto, ¿qué impacto podemos estimar se producirá en las exportaciones españolas? Se ha escrito ya no poco sobre este tema pero, a modo de resumen, recordamos que Estados Unidos es un socio comercial relevante para España, aunque no el principal. La Cámara de Comercio de España ha informado que el impacto de los aranceles para España sería limitado por dos razones: nuestro país tiene una exposición menor que la de otros socios comunitarios; en segundo lugar, importamos más de lo que exportamos.
Mientras que para el conjunto de la UE las exportaciones a EEUU suponen un 4,6% del PIB, en el caso de España hablamos del 2,3%. En el escenario más desfavorable para nuestro país, unos aranceles generales del 25% supondrán unas pérdidas de hasta 4.300 millones de euros, es decir, un 0,27% del PIB.
También hay que tener en cuenta, y eso es más difícil de calcular, que los aranceles de Trump pueden afectar a países que son destino de nuestras exportaciones y, consecuentemente, un daño en sus economías podría suponer un daño inducido en la nuestra, como digo, complicado de valorar. Como vemos en los datos aportados por fuentes comunitarias, el peso del flujo de exportación entre la UE y EEUU es enorme tanto en bienes como en servicios por lo que estos daños conexos se antojan como muy relevantes para el conjunto de la economía europea.
El servicio de estudios del banco BBVA valoró en un informe reciente, que el impacto "directo" de los aranceles no sería tan grave en nuestro país en comparación con otros países de la eurozona por su menor presencia de este tipo de productos. Sí lo sería el "impacto indirecto", precisamente por un mayor golpe en el resto del bloque comunitario, que haría frenar las exportaciones europeas.
Adicionalmente, no puede extrapolarse con ligereza que el problema directo no es mayor sin analizar por sectores y constatar que, para ciertas industrias de nuestra economía, este impacto directo afecta de forma muy significativa. España principalmente exporta a EEUU bienes de equipo (motores y maquinaria mecánica y electrónica), metalurgia y acero, semimanufacturados (productos químicos y farmacéuticos) y productos agroalimentarios (aceites). Casi 28.000 empresas se verían afectadas con un volumen anual implicado de 22.000 millones de euros.
La industria agroalimentaria, por ejemplo, podría enfrentar dificultades debido a su exposición al mercado estadounidense con caídas superiores al 5% y desplome del comercio para productos como el aceite de oliva.
También a modo de recordatorio, es interesante recordar cuáles son los sectores con mayor carga de deuda en España, ocasionado esto por haber sido los más afectados por las crisis recientes. La estructura económica de España ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, con una clara terciarización de la economía. El sector servicios representa una parte sustancial del PIB y del empleo en el país. Dentro de este sector, destacan actividades como el comercio, el transporte y la hostelería. Estas áreas, fundamentales para la economía, han mostrado niveles elevados de endeudamiento.
Según informes recientes, los pequeños negocios de la hostelería y el comercio son los más endeudados de España. La deuda de las microempresas en hostelería supone el 74% de sus propios fondos, mientras que en el comercio asciende al 69%. Esta elevada dependencia de la financiación externa las hace especialmente vulnerables a cambios en el entorno económico y, además, esto se acrecienta ante la imposibilidad de acceder al crédito bancario simplemente por debilidad de sus balances o por ya tener una alta carga de deuda.
Nuestro tejido empresarial, por tanto, se encuentra en una posición especialmente vulnerable ante estos cambios. La imposición de aranceles debe con seguridad traducirse en una disminución de la competitividad de sus productos en el mercado estadounidense, lo que podría llevar a una reducción en las ventas y, por ende, en los ingresos. Esta situación agravaría aún más su capacidad para cumplir con obligaciones financieras y operar con normalidad.
Pero las empresas españolas, y la economía de nuestro país en general, tiene y debe demostrar ser suficientemente resistente y dar la vuelta a esta situación o, al menos, si no darle la vuelta, ser capaces de navegar en aguas turbulentas. Como señalaba W. Shakespeare, "El infortunio nos pone a prueba más de una vez".
Ante este panorama, las empresas afectadas deben considerar diversas estrategias para mitigar el impacto de los aranceles:
Cash is King: Y más en tiempos inciertos. Una gestión cercana y prudente de la caja optimizando nuestros propios recursos y "exprimiendo" el balance para generar liquidez es clave. Las medidas para mejorar el ciclo de conversión de efectivo aportando iniciativas y acciones sobre cuentas a cobrar, cuentas a pagar e inventarios deben ponerse en la mesa y empezar a aplicarse comenzando por las más rápidas y evidentes. Sentarse a esperar será sin duda un error.
Diversificación de mercados: Reducir la dependencia del mercado estadounidense explorando oportunidades en otras regiones, como Asia o América Latina, debería ser una medida efectiva y, mientras no cambie el escenario, casi una imposición. Desgraciadamente, Oriente Medio no es ahora el lugar ideal, pero deberá añadirse en cuanto la situación se estabilice.
Optimización de costes: Implementar medidas de eficiencia operativa para reducir costes y mejorar márgenes puede ayudar a contrarrestar el efecto de los aranceles y mantener la competitividad sin perder totalmente el mercado americano.
Reestructuración financiera: Negociar con acreedores (financieros y operativos) para reestructurar la deuda y mejorar la liquidez puede proporcionar un respiro temporal mientras se adaptan a las nuevas condiciones del mercado.
Alianzas estratégicas: Establecer colaboraciones con empresas locales en Estados Unidos podría permitir sortear parcialmente las barreras arancelarias y mantener presencia en el mercado.
En cualquier caso, no podemos dejar de estresar la necesidad de contar con un decidido apoyo gubernamental e institucional en una situación como la que parte de la economía española va a quedar. Es fundamental que las instituciones españolas y europeas brinden apoyo a las empresas afectadas, e idealmente que este no venga en forma de deuda meramente. Recordemos además que, en el caso de España, algunas empresas afectadas vienen de afrontar y aún intentan salir de los devastadores efectos de la DANA en algunas de las regiones comercialmente más pujantes de nuestro país.
La UE ha manifestado su intención de responder de manera firme a los aranceles impuestos por Estados Unidos. Ahí la verdad es que mi opinión está muy en la línea de lo que manifestaba el general alemán Rommel: "No pelees una batalla si no ganas nada al ganar".
No hay que perder el Norte buscando proteger los intereses de los miembros de la UE si al final eso significa acrecentar los problemas y discrepancias con EEUU que, nos guste o no, es, por definición, un socio natural de Europa. Hay que señalar, además, que no solo se precisan medidas políticas y financieras, sino que, además, se requieren programas de asesoramiento para ayudar a las empresas a adaptarse a la nueva realidad comercial siendo transparentes y didácticos en lo que respecta a los problemas y a las posibles soluciones. Administraciones públicas y profesionales como nosotros, como asesores, tenemos un rol más que importante en esto.
Ya para concluir, decía John Lennon que "la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes", pues de eso se trata… Esto que está ocurriendo a las empresas europeas y que viene impuesto por la situación política no deja de ser más que un contratiempo relevante que durará lo que tenga que durar, pero que, por puro sentido macroeconómico, terminará y no debe cambiar los planes directores de las empresas españolas. Sin embargo, sí obliga a buscar soluciones y planes de contingencia para soslayar los problemas que seguro esto traerá consigo por un tiempo desgraciadamente indeterminado.
Las políticas arancelarias de la administración Trump representan un desafío para las empresas españolas, especialmente para aquellas con problemas de liquidez y elevada deuda. Si bien el impacto en el PIB nacional podría ser limitado debido a la baja exposición global al mercado estadounidense, las empresas directamente afectadas deben actuar con rapidez y estrategia para mitigar los efectos negativos. La eficiente gestión de la caja, la diversificación de mercados, la optimización de costes y el apoyo institucional serán clave para navegar en este nuevo entorno comercial que se presenta incierto en sus efectos y en su duración.