En 1494 el fraile franciscano Luca Pacioli inventó la partida doble y las empresas pudieron medirse en cifras, y todo ello gracias a la contabilidad. Durante muchos años esto ha seguido igual y para el cálculo del valor de los negocios sólo se tenía en cuenta un único capital, el capital financiero.
Hoy esta tabla de medir está ampliamente sobrepasada, las empresas son mucho más complejas que hace 500 años y en ellas entran, se transforman y salen un conjunto de capitales de los que sólo uno es el financiero. Así, el capital industrial, el intelectual, el humano, el social y relacional y el natural, además del financiero se van interrelacionando dentro de la empresa, transformándose, incrementándose o reduciéndose fruto de la actividad empresarial hasta que finalmente desembocan en unos resultados que retornan a la sociedad en forma de otra serie de capitales.
Por lo tanto, si queremos medir la actividad empresarial y ver cuáles son sus resultados no es posible hacerlo únicamente desde el punto de vista financiero, es decir, en números. John Elkington ya en 1994 estableció el término Triple Bottom Line, mostrando que los resultados de las empresas han de clasificarse en tres líneas, la financiera, la ambiental y la social. De esta forma se reflejan los diferentes impactos que provocan los negocios, propiciando así la aparición de los informes de sostenibilidad que se centran en divulgar todos aquellos aspectos relacionados con el rendimiento no financiero de las empresas.
Hoy las empresas necesitan ser gobernadas de forma distinta, el “Buen Gobierno Corporativo” exige que además de proteger los intereses de la compañía y de sus accionistas, se gestione la creación de valor a través del uso eficiente de los recursos y fomentando la transparencia de la información hacia todos los grupos de interés. Además, el Buen Gobierno ‘reza’ tanto para las empresas grandes como para las medianas y pequeñas, ya que es un instrumento de generación de valor que otorga mayor capacidad de crecimiento y estabilidad y no es únicamente un coto cerrado para un solo tipo de empresas de mayor tamaño. En mi opinión, el Buen Gobierno es uno de los campos en los que necesitamos progresar.
Los consejos de administración están obsesionados con las finanzas y los resultados, que por sus características hacen más referencia al pasado que al futuro, en lugar de centrase en la ejecución y control de la estrategia empresarial. Las empresas menos maduras siguen centrándose en el resultado obtenido, fijando objetivos para mejorarlo y presionando al equipo humano para conseguirlo, lo que provoca descontento y falta de motivación.
El proceso lógico es el opuesto y consiste en establecer la estrategia haciendo partícipe de ésta a todo el equipo humano, para así generar una propuesta de valor alineada en toda la empresa que deje satisfecho al mercado y así obtener e incrementar el resultado financiero y el no financiero.
Una parte del gobierno corporativo que está adquiriendo mayor importancia es la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que se basa en que las empresas no sólo deben velar por los resultados económicos, sino que deben rendir cuentas a la sociedad de las acciones que realizan en materia social y medioambiental y orientar la generación de valor a partir de sus activos intangibles. Con ello mejoran su imagen y pueden legitimarse socialmente y adquirir una reputación corporativa que les permite crecer y ser sostenibles.
Hoy nadie duda entre adquirir productos de una marca socialmente responsable en lugar de otros que no tienen esa condición o de invertir o prestar dinero a una compañía sostenible en lugar de hacerlo a una que no vela por estos compromisos. Así, la RSC debe percibirse por parte de los gestores de las empresas, más que como un gasto, como una inversión de carácter estratégico y de supervivencia. Vemos poco a poco como las empresas españolan van adaptándose a las políticas internacionales en este área y desarrollan estrategias, políticas y programas de RSC, poniendo especial énfasis en la comunicación constante con sus grupos de interés.
Una vez clarificada la importancia de todos estos temas relacionados con la necesidad de la creación de valor sostenible en las organizaciones, es lógico pensar que no es menos importante su comunicación. Siendo socialmente responsables y comunicándolo de forma trasparente se tendrán beneficios muy reales para los mercados globales, la sociedad en general y el planeta. Y llegado este punto nos preguntamos ¿Qué comunicar? ¿Quién debe hacerlo? ¿Cómo comunicar? ¿Cuándo comunicar? ¿Dónde comunicar? y ¿A quién comunicar?. Es difícil responder de forma concisa a todas estas preguntas, pero en síntesis podemos decir que hemos de explicar de forma clara y sencilla cómo crea valor una organización, y para hacerlo hemos de exponer de qué forma la estrategia de la empresa, su gobierno, su desempeño y perspectivas, en el contexto de su entorno conducen a la creación de valor a corto medio y largo plazo.
Como puede apreciarse, para cumplir con este objetivo, la información financiera por sí sola no es suficiente y por ello surge la necesidad de incorporar a los informes anuales de las empresas otro tipo de información que podemos llamar “información no financiera” y que va más allá de los números, integrando los dos tipos de información para dar respuesta a dos requerimientos, por un lado, al de la transparencia empresarial y a las demandas de información de los grupos de interés y por otro, a la necesidad de dar a conocer lo que guía la estrategia corporativa, la gestión del riesgo y la asignación de recursos en las empresas.
Como las gerencias de las compañías deben asumir esta nueva forma de reportar, al igual que hay marcos para la información financiera, también existen para la información no financiera (Integrated Reporting <IR>, Global Reporting Initiative <GRI>, Sustainability Accounting Standards Board <SASB>, etc.) y el reto es desarrollar los procesos internos para la elaboración de estos informes bajo estos marcos, de forma que pueda suministrarse una información útil, relevante, integra y veraz a los grupos de interés. Los beneficios de llevar a cabo estas acciones han sido constatados en diversos estudios, los cuales acreditan una correlación entre los esfuerzos realizados en la comunicación de información no financiera y el valor de las empresas. También se obtiene beneficio al relacionarse y comprender mejor a los grupos de interés, lo cual permite obtener conocimientos muy útiles para guiar las decisiones empresariales.
Así pues, conviene concluir indicando que en las empresas no sólo hay cifras o capital financiero, sino que hay muchos capitales, en ocasiones más importantes que conviene conocer para entender su modelo de negocio y su propuesta de generación de valor sostenible.
Carlos Puig de Travy
Presidente Crowe Spain
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