Ayer 4 de febrero se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer con el objetivo de concienciar a la población sobre este padecimiento, así como para movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad.

El cáncer es una de las enfermedades con mayor impacto en la salud, siendo una de las principales causas de muerte y morbilidad de la población a nivel mundial [1]. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el cáncer es el primer motivo de defunción en los hombres y el segundo en las mujeres [2]. En la última década se han registrado cada año más de 250.000 nuevos casos de cáncer en la población adulta y alrededor de 1.000 nuevos casos de cáncer infantil, de acuerdo con los datos ofrecidos por el Observatorio Contra el Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer. [3]. Asimismo, se estima que las personas que fallecen por tumores pierden por término medio 13,1 años de vida en el caso de los hombres y 14,9 en el de las mujeres [4].

Entre los aspectos más relevantes que caracterizan al cáncer se encuentra su heterogeneidad, ya que existen diferentes tipos que, si bien tienen aspectos biológicos comunes, se ven afectados por varios factores de riesgo (medioambientales, hábitos de vida no saludables, infecciones por algunos virus, …) y presentan patrones de comportamiento distintos entre la población, ya sea por sexo o por edad. El cáncer puede afectar a en todas las etapas de la vida y en todos los estratos socioeconómicos de la población, si bien está más ligado, por sus propias características, al proceso de envejecimiento de las personas [5].

La supervivencia de los pacientes con cáncer de España es similar a la de los países de nuestro entorno y se estima que se ha duplicado en los últimos 40 años [6]. De forma global, la supervivencia neta a cinco años del diagnóstico de los pacientes en España fue del 55,3% en los hombres y del 61,7% en las mujeres [5].

Se debe tener en cuenta que en la detección de nuevos casos también influye la realización de programas de cribado para determinados tipos de cáncer. La Unión Europea recomienda el cribado de los cánceres de colon y recto, mama, y cuello uterino. La actuación precoz en este ámbito de atención resulta fundamental para mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes. En España se llevan a cabo estos tres programas de cribado, además de algunos otros como el de cáncer próstata y el de pulmón [6] [7].

La irrupción de la medicina personalizada y de precisión está teniendo un impacto significativo en el abordaje del cáncer. Las técnicas de secuenciación genómica y la biopsia líquida permiten hacer un diagnóstico de precisión, que es clave para la identificación de los factores hereditarios como elemento de riesgo [8]. Dichas técnicas ayudan a las Unidades de Consejo Genético y a los Comités de Tumores en la evaluación del riesgo personal y familiar de susceptibilidad hereditaria al cáncer, posibilitando un abordaje multidisciplinar para estudiar cada caso concreto, y la valoración de alternativas terapéuticas para determinar el plan que mejor se adapta a las características del tipo de cáncer y de paciente. A este respecto, la innovación en el ámbito oncológico ha dado lugar a la incorporación al arsenal terapéutico de la protonterapia, que mejora la precisión en el tratamiento, minimizando el daño en los órganos que rodean el tumor; a los “tratamientos diana”, dirigidos frente a alteraciones moleculares concretas de la célula tumoral o a las terapias CAR-T como alternativa a tratamientos de quimioterapia para enfermedades como el linfoma de células grandes, entre otras opciones [8] [9] [10].

Las terapias CAR-T, como punta de lanza de las denominadas terapias avanzadas, es una de las innovaciones terapéuticas más relevantes de los últimos años, provocando un cambio en el propio modelo de atención y gestión de los tratamientos, dadas sus características individualizadas. En este sentido, en los últimos años se ha estado trabajando a nivel nacional y comunitario para desarrollar el abordaje de las terapias avanzadas. A modo de ejemplo, pueden destacarse la creación de la Subdirección General de Investigación en Terapia Celular y Medicina Regenerativa del Instituto de Salud Carlos III; la puesta en marcha del Hub de Terapias Avanzadas y Emergentes de Cataluña que contará con su Centro de Terapias Avanzadas y Emergentes de Cataluña (CTAEC); la aprobación de la Estrategia Regional de Terapias Avanzadas de la Comunidad de Madrid que ha puesto en marcha la Red para la administración de terapias CAR-T en 7 hospitales de la región; o la creación de la Unidad de Terapias Avanzadas del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe, como Plataforma Transversal para el desarrollo de estudios pre-clínicos y clínicos dentro de los programas de Terapias Avanzadas [11] [12] [13] [14]. 

A pesar de haber presenciado un desarrollo sin precedentes en la detección, diagnóstico y atención oncológica, existen retos que se deben afrontar a corto y medio plazo para mejorar el abordaje del cáncer. El impulso de la detección temprana a través del cribado, el desarrollo y accesibilidad de los consejos genéticos, la sistematización, integración y mejora de la explotación de la información de los diferentes registros de tumores, la mejora del acceso a la innovación, la mejora de la comunicación y coordinación entre atención hospitalaria y atención primaria para la atención integral del paciente oncológico, el desarrollo del soporte emocional y la psicooncología o el aumento de la accesibilidad de los cuidados paliativos, son retos clave para mejorar diferentes dimensiones de la calidad de la atención oncológica.

Para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad es fundamental trabajar en la mejora de los procesos de atención al paciente oncológico, incluyendo el abordaje global y multidisciplinar de las actuaciones preventivas, curativas y de mejora de la calidad de vida de los pacientes, el despliegue del apoyo emocional al paciente y a su entorno o el impulso al cambio de rol y a la activación de los pacientes. Pero también es necesario actuar en el desarrollo de los programas de detección precoz (medición y seguimiento de cribados), la consolidación de la medicina personalizada y de precisión en oncología o la utilización del Big Data y la Inteligencia Artificial para la detección precoz y para la identificación de nuevas alternativas terapéuticas. Ante este panorama, sólo la actuación conjunta de profesionales, pacientes, gestores e industria podrá dar una respuesta adecuada a estos retos de un modo sostenible y eficaz.

Desde el área de salud de Crowe hacemos nuestra aportación colaborando con los gestores sanitarios tanto públicos como privados, así como con organizaciones del tercer sector, en proyectos que contribuyen en la mejora del abordaje de esta patología.