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Transición Energética: Lecciones noruegas para Colombia  

16/02/2023
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Pasar de depender de los combustibles fósiles a un modelo de producción y consumo de energía más sostenible, es lo que hoy en día se conoce con el nombre de transición energética. Un proyecto impulsado en muchos países en el que se destaca Noruega, debido, entre otros factores, a la necesidad de hacerle frente al cambio climático. ¿Cómo está afrontando el mundo este proceso? A continuación, un análisis comparativo de la situación global.

La transición energética es una tendencia global que se estableció en el año 2015, durante la XXI conferencia sobre cambio climático (COP 21), en la que 195 países firmaron el Acuerdo de París, cuyo objetivo es reducir las emisiones de carbono a nivel global y limitar el calentamiento de la tierra a menos de dos grados centígrados.

 Dicho acuerdo se basa en el principio de que todos los países desarrollen medidas contra el cambio climático e inicien su transición hacia fuentes renovables, pues el dióxido de carbono, generado por la combustión de fósiles como el carbón, gas natural y petróleo para producir energía, es uno de los contaminantes principales y el generador de problemáticas ambientales de gran coyuntura como lo son el efecto invernadero y el aumento de la temperatura global. 

El objetivo de la transición a fuentes de energía renovables también se debe porque el sistema actual que se usa para su producción no tiene suficiente capacidad en gran medida porque los combustibles fósiles son escasos, finitos y costosos.

Panorama en América Latina

Muchos países han comenzado este proceso, pero, como es de esperarse, cada uno se encuentra en una etapa distinta. En el caso de América Latina, Uruguay y Costa Rica, por ejemplo, son líderes en cuanto a la producción de energías renovables, Colombia, por su parte, ocupa el tercer lugar.

Según datos de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), América Latina alcanzó en el año 2021, el 60% de la capacidad instalada de producción de energías renovables, principalmente debido a las fuentes hidroeléctricas. Sin embargo, el mayor desafío en la región es aumentar el uso de energías no convencionales como la solar y la eólica para la producción eléctrica.

Uruguay, Costa Rica, Colombia, Brasil y Chile son los cinco países Latinoamericanos más adelantados en este proceso y, según el Índice de Transición Energética (ETI por sus siglas en inglés), que mide el desempeño de los sistemas de energía en 115 países, estas naciones superan el promedio regional del 58,6%.

Vale destacar que el Índice de Transición Energética (ETI) compara los sistemas energéticos en dos vías o áreas: la primera de ellas es rendimiento del sistema que incluye variables como desarrollo, crecimiento económico, sostenibilidad medioambiental, seguridad energética y acceso a la energía, siendo esta última variable en la que América Latina obtiene una puntuación promedio de 65.8%.

La segunda área es la preparación para la transición; en este punto, según el informe, América Latina tiene mucho trabajo para hacer, dado que, aunque cuenta con una buena infraestructura y capacidad instalada, debe mejorar su institucionalidad, gobernanza y preparación del recurso humano.


De hecho, según un informe reciente realizado por la empresa Siemens Energy, llamado 'Índice de preparación para la transición energética', América Latina es la región menos avanzada en la transición energética, pues la madurez de su sistema solamente llega al 22% frente a otras regiones como Europa que superan el 33% y Estados Unidos el 34%.

El estudio estima que las emisiones de dióxido de carbono de América Latina se redujeron un 17% entre 2005 y 2022, que se podría llegar a un 37% en el año 2030, sin embargo, el informe destaca que la región es un contribuyente menor al cambio climático, dado que solo hasta el año 2020 representó el 5% de reducción de las emisiones globales.

Al respecto, según Siemens Energy, lograr las reducciones de dióxido de carbono en América Latina a mediano y corto plazo es un proceso difícil, pues debe buscar a la par su crecimiento económico y prosperidad, no obstante, Tim Holt, miembro de la junta directiva de la compañía asegura que la región goza de abundantes recursos energéticos por lo que se puede convertir en una gran potencia ecológica.

Aunque al igual que otras regiones, la expansión de las energías renovables son una de las mayores fortalezas de Latinoamérica, la energía solar fotovoltaica, la captura y almacenamiento de carbono son las áreas donde hay menos avances.

Lo anterior se debe a que la región cuenta con abundantes recursos de energía renovable como la hidroeléctrica, eólica y solar, mientras que las tecnologías destinadas a reducir las emisiones de carbón tienen una aplicabilidad limitada, pues el carbón representa solo el 6% de la generación eléctrica en todo el continente.

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Noruega un Ejemplo a seguir

Mientras que América Latina avanza en el proceso con muchas oportunidades de mejora, en Europa la situación también ha presentado algunas fallas, a excepción de países como Noruega, que, implementó un sistema de transición energética muy exitoso, el cual es considerado un ejemplo a seguir por las demás economías a nivel global.

Sin duda alguna Europa es líder en la implementación de políticas y acciones encaminadas a lograr la transición energética, esta semana el parlamento europeo anunció su decisión de prohibir la venta y comercialización de vehículos de combustión a 2035, sin embargo, Noruega se adelantó y esta prohibición empezará en el 2025, ahora bien, esta medida está acompañada por medidas que lograron que en 2022 Noruega fuera el país donde más vehículos eléctricos se  venden en el mundo, casi el 79% del total de vehículos que circulan en el país nórdico son eléctricos, adicional el gobierno ha impulsado su uso a través de beneficios tales como, exención de impuestos y pago de peajes, así como la masificación de estaciones de carga sin costo.

Paradójicamente, y contrario a los planteamientos de gobiernos como el de Colombia, que buscan consolidar la transición energética prohibiendo la exploración y explotación de gas natural y petróleo, el caso noruego demuestra como siendo el primer exportador de petróleo y gas de Europa occidental y el decimotercero a nivel mundial, con ingresos proyectados para 2023 que ascienden a 132.450 millones de euros, quintuplicado los ingresos obtenidos con relación al 2021, ha logrado consolidar un fondo soberano, a través del cual, con los ingresos generados por la explotación de gas y petróleo, financia y promueve las iniciativas privadas que busquen mitigar y/o fortalecer la transformación energética.

Una transición sin buena implementación: Riesgo latente

Según un artículo publicado por el portal La República.net, un diario líder en Costa Rica enfocado en negocios y economía, dentro de las lecciones aprendidas sobre la transición energética en el mundo, se encontró que una mala implementación del sistema puede generar una crisis económica, social y política.

Así fue el caso de Alemania que, pese a que había reducido al máximo el uso del carbón desde 2010, el año pasado volvió a disponer de sus plantas de generación eléctrica a base de este mineral, debido a que Rusia acortó los suministros de gas que llegan por medio del gasoducto Nord Stream.

Además, el canciller Olaf Scholz decidió prolongar la actividad de sus tres últimas plantas nucleares hasta este abril de 2023, con el fin de suministrar energía durante el invierno, cuando el plan anterior preveía que una de ellas cerrara el 31 de diciembre de 2022.

Así pues, la situación de Alemania con Rusia no solo ha generado serios problemas de abastecimiento energético, sino excesivos costos de energía y un retroceso en su plan de transición.

Noruega, por el contrario, se ha convertido en un referente en la transición energética para el mundo, gracias a sus esfuerzos para reducir su dependencia del petróleo y gas natural en favor de fuentes renovables. Este país escandinavo, conocido por su producción de petróleo y gas, se ha fijado el objetivo de ser neutral en carbono para el año 2030.

El diseño y la implementación la transición energética en Noruega difiere mucho de la Alemania. Una de las razones de su éxito es porque es un país donde se entiende muy bien que es lo que se requiere para realizar una transición energética a corto, mediano y largo plazo.

Y es que, como señalan varios estudios, un proyecto como de esta envergadura requiere no solo un financiamiento continúo durante décadas tanto de inversión pública como de privada, sino tener en cuenta los cambios estructurales que se pueden dar a nivel de oferta y demanda de energía a través de los años, así como eventos geopolíticos, surgimiento de nuevas tecnologías y hasta crisis energéticas mundiales.

Para el caso de Noruega se entienden muy bien todos estos objetivos y no solo se ha preocupado de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que al mismo tiempo cumple con sus metas económicas y sociales como por ejemplo un suministro energético seguro, confiable y competitivo.

Y es que consumo de energía noruego se caracteriza por tener un equilibrio tanto en la oferta como en demanda. Históricamente, Noruega ha tenido suficientes recursos energéticos para abastecer tanto la demanda interna como la exportación hacia otras regiones.

Además, en cuanto a sus objetivos económicos, Noruega se ha preocupado constantemente por la generación de recursos fiscales y de divisas para potenciar el bienestar económico y social y para financiar permanentemente la transición energética.

De hecho, gracias a su desarrollo sostenible de las fuentes de energía que utilizan, el país escandinavo se ha convertido en una de las economías más ricas del mundo y con niveles de vida altos, incluso muy por encima de países potenciales.

Y es que más del 95% de la electricidad generada proviene de la energía hidroeléctrica. Esto se debe en gran medida a la gran cantidad de ríos y lagos en el país, así como a las montañas y fiordos que proporcionan una gran cantidad de agua.

También está liderando la transición a la movilidad eléctrica, pues este tipo de vehículos son cada vez más populares en el país, de hecho, en el año 2020, más del 50% de los nuevos vehículos registrados en Noruega eran eléctricos, esto equivale a una cifra de alrededor de 120 mil carros.

Avances Económicos y Sociales en Noruega

Noruega ha sido calificada internacionalmente como el mejor país para el manejo sostenible de sus recursos naturales energéticos, lo que le ha permitido lograr muchos objetivos como los siguientes:

  • Primer lugar en el Índice Global de Desarrollo Humano
  • Líder mundial en inversión y gasto social per cápita
  • Líder mundial del desarrollo de energías renovables y desarrollo sostenible
  • Segundo lugar en el Índice Global de Desempeño de la Arquitectura Energética
  • Tercer lugar en el Índice de Transición Energética
  • Líder mundial en el proceso de descarbonización de su economía y en la lucha contra el cambio climático.
  • Primer lugar en el porcentaje de uso de la flota vehicular eléctrica a nivel mundial
  • No tiene déficits fiscales y genera grandes cantidades de excedentes, los cuales son invertidos en su fondo de riqueza nacional, cuyo rédito anual supera los ingresos que provienen de su producción y sus exportaciones cada año.

 


Cómo avanza Noruega

Noruega es un país que cuenta con alrededor de 5 millones de personas y posee un PIB per cápita de USD$75.000 que lo posiciona en el puesto número 11 a nivel internacional. Según varios estudios, la prosperidad de esta economía se debe en parte a los ingresos que provienen de la industria de combustibles fósiles.

Según el artículo “Examining Norway’s Crucial Place in European Energy Security”, Noruega no solo es un exportador establecido de petróleo y gas natural, sino también es un líder en la adopción de energías limpias. Actualmente, exporta aproximadamente el 95% de la producción de estos dos recursos naturales.

El Ministerio de Finanzas de Noruega, en su borrador de presupuesto para este año, aseguró que los ingresos por petróleo y gas aumentarían a 131 mil millones de dólares. Vale señalar que, gracias a los excedentes generados de la producción y la exportación de gas natural y petróleo, Noruega creó el Fondo de Riqueza Soberana.

Este fondo, que tiene actualmente un valor ahorrado de aproximadamente de $1,3 billones de dólares, crecerá en el futuro y con estos excedentes y con su propia utilidad, generará miles de millones de dólares para beneficio de las generaciones actuales y futuras.

Es importante resaltar que Noruega también ha comenzado a invertir en otras fuentes de energía renovable, como la energía solar y eólica, esta última se ha desarrollado rápidamente en el país en los últimos años, por eso el gobierno ha establecido el objetivo de aumentar su capacidad eólica en 3.5 GW para 2030.

Además, este país está invirtiendo en tecnologías de energía limpia, como la captura y almacenamiento de carbono (CCS). El país ya ha implementado proyectos piloto de CCS en la industria del petróleo y el gas, y ha establecido el objetivo de convertirse en un líder mundial en esta área.

En resumen, Noruega está haciendo grandes esfuerzos para reducir su dependencia del petróleo y gas natural y convertirse en líder mundial en tecnologías de energía limpia. La transición energética en Noruega no solo tiene un impacto positivo en el medio ambiente, sino que también está impulsando el desarrollo económico del país y ayudando a Noruega a diversificar su economía.

Transición energética justa y el plan de ruta en Colombia

El gobierno colombiano ha establecido en el Plan Nacional de Desarrollo las bases de la política pública para la transición energética durante los próximos cuatro años.  Según la proyección, se establecen seis hojas de ruta para tecnologías de generación específicas, las cuales serán presentadas por el Ministerio de Minas y Energía en mayo del presente año. Sin embargo, ya existen algunas luces en relación con las líneas de acción ya establecida para el hidrógeno verde y generación eólica costa afuera. El nuevo gobierno propone acciones alrededor de la biomasa, biogas, pequeños aprovechamientos hidroeléctricos, geotermia, energía proveniente del océano y biocombustibles avanzados.

En Colombia ya hay actualmente funcionando algunos proyectos con las tecnologías propuestas. Por ejemplo, hay una serie de plantas que producen energía con biomasa, de acuerdo con información de XM; sin embargo, ninguna inyecta al Sistema Interconectado Nacional.

Así mismo, Cenit tiene dos pilotos de generación mareomotriz, según explicó su presidente, Héctor Manosalva. Estos están ubicados en Coveñas y en Tumaco y según el líder, son las únicas de esta naturaleza en proceso en el país.

Ahora bien, ¿cuáles son los riesgos de esta transición energética?, según El observatorio de la Agencia Internacional de Energía, señala que, en países emergentes, como Colombia, uno de los riesgos que hacen más costosa y lenta la entrada de inversión para implementar energías limpias es la inestabilidad política y la inseguridad regulatoria.

La transición energética necesita inversión. Muchos de los recursos que llegan a los países para desarrollar proyectos de energías renovables no convencionales (eólica, solar, hidrógeno verde, etc.) provienen de empresas privadas que sacan de sus propias billeteras, pero que también se endeudan y acuden a grandes inversionistas a quienes prometen ganancias a la vuelta de unos años, si bien Ecopetrol la compañía más grande en Colombia ha iniciado el camino hacia la generación de energías limpias, con inversiones de más de $ 25 billones de pesos en su denominada “Estrategia 2040 “con la cual se busca acelerar el proceso de transición energética,  se requieren ms recursos e inversión para desarrollar los nuevos modelos de generación de energía y garantizar la soberanía energética en el mediano y largo plazo.

Como uno de los factores que buscan los inversionistas y las empresas generadoras de energías renovables es estabilidad que les permita confiar en que, con el paso de los años, recuperarán su dinero y recibirán ganancias, los expertos destacan que es importante que el país tenga políticas públicas que sean consistentes y que, además, unifiquen las políticas de tarifas y las decisiones en materia fiscal.

También son necesarias señales de largo plazo para los mercados, como las que han dado Europa y Estados Unidos, con medidas regulatorias, pero también con incentivos a inversión que es de largo plazo y específica para el desarrollo de energías más limpias. Finalmente, se debe reforzar la comunicación y dar señales de certidumbre. Es decir, que tanto inversionistas como empresarios sepan que las reglas de juego no van a cambiar a la mitad del camino por un giro político o porque una situación de este tipo genere inestabilidad en su sector, como lo temen ahora las generadoras de energía.

 

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Yaneth Romero Reyes
Auditoría 
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