En un plazo extremadamente corto, el COVID-19 se ha esparcido rápidamente a nivel mundial, lo que ha obligado a naciones y negocios a tomar medidas estrictas de cierre de operaciones y distanciamiento social que han restringido –y en algunos casos inclusive detenido– la manufactura, el comercio y el transporte, y ocasionado una irrupción sin precedentes en las cadenas de valor.
Si bien algunos sectores económicos se ven más afectados que otros (como es el caso del turismo, alojamiento y servicios de comida, transporte, comercio al por menor y ventas al detalle), es previsible que en el corto y mediano plazo todas las industrias se vean afectadas de alguna manera por los shocks a la oferta y demanda causados por la pandemia, ya sea por su efecto directo en los ingresos efectivos, como por la volatilidad en la medición de la rentabilidad esperada que se genera por la incertidumbre actual sobre la duración de la crisis.
En consecuencia, Directores y Administradores de negocios deben evaluar el impacto potencial de la pandemia en sus estados financieros interinos y anuales. Hemos considerado relevante anotar brevemente algunos de los posibles efectos significativos en la medición y registro contable de activos y pasivos, como sigue:
- Medición de valor razonable (NIIF 13): Para aquellos activos y pasivos que se miden a valor razonable, particularmente instrumentos financieros y propiedad de inversión, se debe realizar una revisión de sus estimaciones para considerar el efecto esperado de COVID-19 en los flujos de caja futuros. Además, considerando que uno de los efectos inmediatos en los precios y cotizaciones originados en los mercados financieros ha sido un aumento en la volatilidad de éstos, se requiere especial atención sobre el efecto de esta volatilidad en el cálculo del valor razonable; sobre todo cuando éste se basa en observaciones, directamente obtenidas o indirectamente derivadas, de estos mercados financieros. Como ejemplo: derivados financieros como futuros u opciones, que las compañías mantengan como inversión o cobertura de riesgos, se verán particularmente afectados por un aumento en su volatilidad implícita. En el caso de inversión en futuros (activos) esto requerirá evaluar si el efecto acumulado es una ganancia o pérdida. Si se trata de pasivos en opciones (opciones vendidas), se debe evaluar el impacto en el aumento del pasivo por el aumento en la volatilidad implícita.
- Deterioro de activos no financieros (NIC 36): El alcance de esta norma es bastante amplio y cubre a la mayor parte de activos tangibles e intangibles medidos al costo histórico –incluidos activos biológicos y propiedad de inversión, si estos se registran al costo, así como inversiones en asociadas y joint ventures medidos al método de valor patrimonial. La norma requiere que la Dirección y Gerencia de las compañías identifiquen aquellos activos que han sido o serán probablemente impactados de forma significativa por el COVID-19, y en consecuencia determinar el impacto de este deterioro. Para tal efecto, se requiere la estimación del valor recuperable de los activos bajo análisis, como el monto mayor entre su valor razonable menos costos de enajenación y su valor en uso (valor presente neto de flujos de caja futuros, originados por el activo o por la unidad generadora de caja a la que pertenece). Adicionalmente, dado el entorno de incertidumbre y alta volatilidad, la aplicación de análisis de sensibilidad a los supuestos de medición es particularmente importante. Como ejemplo: para aquellas compañías que experimenten: caídas significativas en su capitalización bursátil (si se trata de compañías públicas), en el valor de mercado de sus activos operativos, flujos de caja operativos o netos por debajo de los presupuestos, o irrupciones en su cadena de suministro, entre otras condiciones económicas adversas, es probable que esto tenga un efecto negativo y permanente en el valor de sus activos operativos que deba ser evaluado y medido su potencial deterioro. En cualquier caso, dado que la modelación de flujos de caja proyectados incluye en forma inherente la aplicación de juicios de valores y supuestos sobre probabilidades de ocurrencia de eventos futuros, es importante la aplicación de un análisis exhaustivo y detallado de la Gerencia sobre el impacto de COVID-19 en sus perspectivas de mediano y largo plazo, para luego medir estos impactos en el valor recuperable de los activos.
- Medición de Pérdida Esperada en Créditos (ECL, según sus siglas en inglés) bajo la NIIF 9: Con aplicación para activos financieros que no se miden a valor razonable con efecto en pérdidas y ganancias, la NIIF 9 requiere la estimación de la ECL, la cual se calcula como un valor esperado probabilístico. Este monto de pérdida esperada es un valor medio de un rango de resultados potenciales, ponderados por su probabilidad de ocurrencia, los cuales son derivados a su vez de información de: eventos pasados, condiciones actuales y proyección de condiciones económicas futuras. Por tanto, se requiere evaluar el impacto en la ECL por la exposición a deudores en sectores particularmente afectados por el COVID-19 durante la vida remanente de los créditos bajo análisis, poniendo atención especial en la modelación de las condiciones económicas actuales y futuras ocasionadas por la pandemia. En el caso de activos financieros que sí se miden a valor razonable, se debe tener en cuenta las consideraciones detalladas arriba en relación a la NIIF13.
- Contabilidad de cobertura bajo NIIF 9: Para la medición de instrumentos derivados utilizados para cobertura de riesgos, se requiere evaluar si la probabilidad de ocurrencia de la transacción de cobertura ha disminuido a tal punto que ya no sea probable que se origine. De ser el caso, se requiere descontinuar la contabilidad de cobertura y re clasificar las ganancias o pérdidas acumuladas al estado de resultados.
Nuestra perspectiva
La NIC 1 requiere que las compañías evalúen su habilidad de continuar como un negocio en marcha. Esta evaluación se debe realizar el momento de la emisión de los Estados Financieros, con relación al menos para los siguientes doce meses luego de esta fecha, por lo que en la práctica esta evaluación es por definición un proceso continuo. Para tal efecto, es recomendable trabajar de forma temprana en la evaluación de los potenciales impactos en la medición de los activos y pasivos; y programar el monitoreo constante, al menos durante los próximos 6 a 12 meses, de las variables o condiciones externas que se definan tengan un mayor efecto en la valoración de dichos activos y pasivos.
Nuestra Firma mantiene la esperanza que la mayor parte de compañías puedan superar este entorno económico adverso y renueva su compromiso para ayudar a las Gerencias a que así sea. Para esto ponemos a disposición de Ustedes nuestra capacidad y experiencia, no sólo en la aplicación de test de deterioro y medición de valor razonable, sino en la asesoría para evaluar la potencial re-estructuración de la estructura de deuda-capital, para alcanzar mejores niveles de solvencia y mitigar o reducir lo mayor posible la probabilidad de un deterioro significativo de la inversión.